
Una mala semana la tiene cualquiera, el problema comienza cuando de una semana se pasa a otra, quince días, un mes, el trimestre...
Hace tiempo que me prometí no volver a tener malas semanas. Sí, me lo prometí, porque las promesas a otros pueden romperse, y no me refiero de forma voluntaria, simplemente por el cambio de las circunstancias, el ya no ver a esa persona es motivo más que suficiente para romper la promesa, al fin y al cabo no creo que a estas alturas y tras tanto tiempo, nadie venga a reprocharte que no has mantenido tu palabra, si ni te felicitan en fechas señaladas. Por eso he decidido que esa promesa me la haría a mí, y por mí. Así que cuando empiezan a pasar los días y veo que vertiginosamente nos acercamos a cumplimentar el tiempo necesario para poder hablar de una mala semana, entonces comienzo con la terapia de choque para conseguir cambiar el anunciado final. No hay unas pautas fijas, imposible crear procedimientos de actuación, hay tantas variantes que afectan a la ecuación, que no se pueden determinar los pasos a seguir, simplemente actúo. Y no es fácil, uno de los puntos comunes de actuación es el cambio de sentido, un rápido giro de 180º que lo que hasta ese momento tenías de frente quede a tu espalda y viceversa. Cuando esto no funciona hay que empezar a analizar punto por punto e intentar variar, siempre en la medida de lo posible, hasta conseguir que tu vida, en esa semana, empiece a esbozar las tontas sonrisas, que dan paso a carcajadas de felicidad.
Hace más de veinte días que estoy teniendo una mala semana...
Hace tiempo que me prometí no volver a tener malas semanas. Sí, me lo prometí, porque las promesas a otros pueden romperse, y no me refiero de forma voluntaria, simplemente por el cambio de las circunstancias, el ya no ver a esa persona es motivo más que suficiente para romper la promesa, al fin y al cabo no creo que a estas alturas y tras tanto tiempo, nadie venga a reprocharte que no has mantenido tu palabra, si ni te felicitan en fechas señaladas. Por eso he decidido que esa promesa me la haría a mí, y por mí. Así que cuando empiezan a pasar los días y veo que vertiginosamente nos acercamos a cumplimentar el tiempo necesario para poder hablar de una mala semana, entonces comienzo con la terapia de choque para conseguir cambiar el anunciado final. No hay unas pautas fijas, imposible crear procedimientos de actuación, hay tantas variantes que afectan a la ecuación, que no se pueden determinar los pasos a seguir, simplemente actúo. Y no es fácil, uno de los puntos comunes de actuación es el cambio de sentido, un rápido giro de 180º que lo que hasta ese momento tenías de frente quede a tu espalda y viceversa. Cuando esto no funciona hay que empezar a analizar punto por punto e intentar variar, siempre en la medida de lo posible, hasta conseguir que tu vida, en esa semana, empiece a esbozar las tontas sonrisas, que dan paso a carcajadas de felicidad.
Hace más de veinte días que estoy teniendo una mala semana...